sábado, 20 de setiembre de 2008

El mejor canto Gregoriano

Como olvidar a Gregoriano el pimpollo, tenaz hasta llevárselas al huerto, en dichos de don Paco taco. Sin dichos y con acciones que agraven pasiones, cacharselas rico y que terminen templadas; eso es lo que hacia este noble personaje, enamorarlas con un par de polvos, lo sé de primera mano y por mi segunda mano también. Como le envidiaba al desgraciado o bienaventurado; aunque muchos envidiarían igualmente ese huecazo en mi pared, que me hacia observador y la mayoría de veces participe manual del coitus aplicandus con el que Goyo sometía a las mas nobles y pérfidas amantes, que niñas éstas, perdían el calzón y que importa ya la dignidad y derivados cuando se pierde el calzón en el catre de Gregoriano, (eso lo digo también como observador).
A partir de allí, se pueden explicar muchas cosas. Recuerdo la primera vez que me gané con el pase, tendría unos ocho años, ya por esa época me levantaba mojadito y pegajoso pero con una sonrisa que todo eso compensaba, hasta ganas de ir al colegio tenía; fue entonces cuando llegó el gran día, ya no tendría que compartir la misma habitación con el meón de mi hermano, me mudaba, si a los ocho añitos me mudaba a una habitación sólo y mejor aún, lejos de mis padres, en el tercer piso, la azotea de casa. El estreno no pudo estar mejor, al cuarto día, que era un sábado, conocí a Gregoriano, fue tras terminar de ver una serie tan conocida por esos tiempos, una serie que mi madre se esmeraba porque viéramos, “juntos en familia” como ella decía, en verdad que a mi por esos años sólo me gustaba ver chicas calatas en el quiosco de don Paco, pero en lugar de ello había que ver la aburridora y angelical “Familia Ingalls”, ese día fue un día extraño porque le encontré gracia al programita, aunque duró únicamente ese capítulo, y es que por primera vez al tal Charles Ingalls se le veía arrecho y lo mejor de todo Caroline hizo un semi desnudo al estilo de las grandes divas eróticas, fue espectacular aunque no se pudo ver más. Yo cogí mi imaginación y me fui a dormir con Caroline calata y yo creyéndome Charles. Ya en la habitación intenté dormir pero conforme lo hacia, un bullicio aumentaba y hasta que se hacia imposible concebir sueño; allí comenzó mi investigación puesto que todo se oía con absoluta claridad y por gracia divina vaya que fue una corta pesquisa, porque tan solo vasto salir de mi habitación y asomarme sin esfuerzo a la casa del vecino, para que vea al mismo Charles Ingalls y Caroline calatitos, confieso que eso lo veía por primera vez, a pesar de encontrar condones debajo del colchon de mis padres, sin embargo nunca los vi desnudos al mundo, y peor, nunca los vi uno encima de otro, como esa noche descubrí a los Ingalls que eran mi nuevo vecino Gregoriano y la amante de turno.
Nunca he tenido mejor posición de observador que en aquellos años, ni cuando conocí a miss Geva, la maestra argentina que enseñaba ingles y tenía las mejores tetas de la escuela y era yo primero de la fila, al frente de su pupitre; ni cuando por única vez fui a ver un Universitario – Alianza en oriente baja y con goleada incluida a esos cagones de mierda, nunca tuve mejor posición, ni acomodandome en mis sucesivos actos coitales. Sólo esa época, esos dulces años que son la niñez y después la pubertad que ya me tiraba a todo lo que traía faldas, después vino la adolescencia y fue cuando decidí que hacer con mi futuro, esos ocho años tuvieron mucho que ver, con un Gregoriano de maestro con quien aprendí tanto, que acá me tienes dueño de “Las Cucardas”, el prostíbulo más conocido de ésta región, donde de vez en vez me asomo a observar algún ruedo sexual que intente compararse a los de aquellos años.

lunes, 8 de setiembre de 2008

Relatar-me, o el preludio de un artesano a su despetar nunca

He querido empezar a contar-me, empezar con algún ladrido que sea señal de que vamos avanzado, si, terminado en “s” y pasado subjuntivo e querido o mejor dicho hemos querido tantas cosas que muchas veces me he perdido en querer tanto y no saber que hacer con los queridos (como ahora). Querer significa confusos sentidos; el triunfo de lo imposible, de la promesa y de la apertura a todo aquello que es y esta por venir, eso al querer de los filósofos que es algo así como el quizás. Algo preciso, simple y objetivo, nuestro querer es desmedido, insensato más que estar en función de un porvenir es un devenir muchas veces infructuoso, habita en causas perdidas y la mayoría de veces se encuentra en bares de rara elite, nuestro querer es una dulce agonía, como la de Unamuno, agonizar en eterno luchando.
Pero al margen de quereres inqueridos, de Terezas, de Fernandas y de tantas otras citas pendientes; he venido a contar-me, como deshojar trescientos sesenta y cinco días, años, lustros y aún pocas décadas, no es tarea fácil, hoy será un mínimo preludio, es por eso que comienzas por describir tus aullidos, dar coherencia a tus significantes, ordenar tus acciones, lamentar tus vividos o quizás desmontar todo, y construir un nuevo chiringuito, libre de deudas, al día con el fisco, saludable, con sus tres comidas rica en proteínas vasta en minerales; ser acaso esa memoria selectiva con la que una noche en la terraza de un hotel parisino, juré ser-te, juré renacer-me.
No esta mal, lo he dicho la misma proporción de veces con las que he visto el pasado, nada esta mal cuando eso es lo que hay, cuando se tiene un puñado de buenas justificaciones, un Az bajo la manga o mejor un A quien putas le importa!. Es mejor pasarla así, ¿cómo?...así, estar, estando.
(Nunca confundir el querer con los gustaría)
Lo digo porque muchos días van antecedidos de gustarías, odiamos el gustaría en todas sus formas, con indicativos o subjuntivos, hasta con premoniciones y certidumbres.
Hoy no es el mejor de los días para sacar conclusiones, no los ha repetido Malatesta, si Mala-testa, Mala-testa infinitas veces cabeza de chorlito, a quien le importa hacer una lista de errores, a lado izquierdo soluciones, y al otro, poco espacio para seguir con las erratas, errores y horrores de mis ya porcentaje y medio de días, anulados, caducados, mal vividos pero alzheimicamente recordados.
Jamás es el mejor día para empezar de nuevo, lo sé más que nunca, lo sé porque si padecemos de algo, es de esa misma ensoñación perezosa con que se levanta uno de mis Tantos. Todos, eximios personajes, retorcidos, graciosos, irónicos, perezosos etcéteras y puntos suspensivos. Que indigencia aprender de nuevo, somos casi felices con nuestro minimus vivendi, yo, nosotros y otros tantos.


martes, 2 de setiembre de 2008

La razón insuficiente

No sé cuanto de nuestro tiempo hemos dedicado a perdernos en la nada, no sé si lo sabemos hacer, no sé si te atreves a vaciarte en forma y contenido.
Acá empiezo a redactar un retazo más de los días de Frutango y su constante atracción por lo absurdo.
Frutango andaba surcando los diecinueve años, en ese momento se trataba de explicar algún alcance racional que le permita comprender su extraña naturaleza, como todo buenparido a sus casi veinte abriles, vivía conflictuado por eso de los distintos cambios sicológicos que se atraviesa a esa edad y largo etcétera, sin embargo cuando le preguntaban cual era el sin-sentido de todo ello, el sin titubear decía que sí vivía saludablemente era porque lo hacia asistido por una bomba de oxigeno, que para él significaba andar queriendo a mujeres desconocidas, su bomba al parecer era una de nitrógeno y quizás el principio de su condena.
El buen Frutango, si revisan los archivos es un tipo peculiar a pesar de haber asistido a todas las citas con las maneras de ser made in socialmentecorrectas, a pesar de ello, los resultados finales no eran los esperados. Si bien había celebrado su primer año con una fiesta socialmente correcta, la política de Frutango aquel día fue la de intentar quitarse la vida, o aquella otra cuando asistió por primera vez a la escuela, esa vez aparco, literalmente, en el área de estacionamiento y no se quiso mover de allí hasta que sus madre vino literalmente a desaparcarlo.
En algún tiempo Frutango y sus etéreos años de universidad, habian escogido por carrera una que le permita la perdida de tiempo en su máxima expresión, estudiaba medicina por una cuestión de poca importancia ante la necesidad de salvar vidas y más aún - lo decía Frutango- si se toma en cuenta la equidad valorativa del significante, un vaso de agua en el sur y un fármaco antipsicótico en el norte. De ese tiempo vegetativo, son los años gozosos de Frutango que se enamoró perdidamente de cuanta mujer desconocía; claro esta con un lapso de tiempo prudente para idealizarla con los ojos- intentar su abordo con los labios- desilusionarse con sus gestos- y llegar al desamor absoluto con copas reiterativas en bares perdidos. A todo esto si Frutango había descubierto algo involuntario, eso era su cruel proceso de amor y desamor en dosis parecidas, a pesar de ello la única esperanza que lo alimentaba, si podemos llamarla así, era poder levantarse al día siguiente y volver a enamorarse de su indéntica desconocida. No entiendo como Frutango podía querer a tal estilo, sus maneras eran ilógicas y desmedidas, pero es verdad que cada historia tenía su peculiaridad pero además un artículo en común.
Frutango no se repitió ni una sola vez, no lo hizo por dignidad e indolencia a cada circunstancia vivida con sus amantes, sin embargo sospecho que una mujer desconocida, pasa por querer a la misma repetidas veces. No saben cuanto me gustaría saber algo más sobre el querer del buen Frutango o el principio de su condena.