viernes, 23 de julio de 2010

El nimierdismo

Cuanto cuestan las palabras en estos días de crisis financiera,

Cuanto distraen las monedas,

cuanto pierdo de mi vacio, en esperar que esa puerta rechine y aparezcas con ese estar inquieto,

cuanto me pierdo en pensar, sin hallar ni mierda.

Recuerdo que hace algún tiempo iba hacia el bosque en noches de media luna y las buscaba entre las ramas, hilvanandolas una a una, en ese canto apacible que hallaba en todo lo que miraba. Y ahora ni mierda.

Recuerdo que a la medida que me internaba hacia ese oscuro bosque de letras; las luciérnagas me indicaban un relato perdido que me dejaba en un eterno final abierto. Los grillos me llevaban a la espuma poética del amor insaciable y su cerrada locura. Miles de ramas, tantos arbustos, tanta fragancia que despertaba enterrado con la nariz al pie de un árbol. Hasta que un día a media tarde me hallé en este desierto, cagao y con un miedo de mierda.

En ese desierto...

Podría decir que las paredes eran inmensas nubes de hierba y que el aire savia a mar. Pero en realidad o de mentira todo olía a mierda.

Podría decir quizás que era una isla perdida o una urbe infernal,

pero lo cierto es que no somos de equilibrio, ni sueños, ni realidad.

Somos más muerte.

Así es que deberíamos naufragar.