viernes, 9 de enero de 2009

Lejos de aquí (de cancionero perdición)

Enseñame tu mano izquierda, inclínala levemente,
y antes de llegar a ese espacio horizontal, es una mano derecha que va al encuentro o quizás a su salvamento,
que juntas sean como una lámina de otoño que surca el gélido aire,
con la única fuerza de los motores de un barco de papel,
que viajen así,
hasta el fin de los tiempos,
que se sorprendan de ningún lugar,
que se asombren de todo,
como tu pensamiento serpiente,
lo hace con mi mirada esquiva.

Y así, otro día más,
extraño como siempre,
recuerden encontrar esa inclinación exacta,
desprendan sus extremidades restantes, las que aún sobren,
desembarquen sus miedos,
pronto para navegar;
y amanezca a las noches,
aguardando los deseos en nuestra durmiente espera.

Y si mejor aún!, terminamos de una vez con todo,
llegue esa nave sonriente que nos invita al naufragio eterno,
libres para donde ir,
viajero en ti,
pasajeros de ninguna parte.