viernes, 29 de agosto de 2008

El sindrome de Helsinki

(Lo recuerdo con especial saudade, aquel tiempo las fotografías no estaban bien enfocadas, las imágenes que asaltaban mi memoria, respiraban mucho de invención, sin embargo son esas mismas imágenes las que mas de una vez siguen guiando esa especie de búsqueda del dorado, esa estación mental en que todo fluye con especial encanto; he pensando en respuestas, algunas que tengan que ver con exceso de secreción hormonal, pero eso, quizás, responda sólo a determinadas imágenes, he consumido drogas de variada estirpe cuyos efectos son lugares comunes; lo innegable es que algunas imágenes provocan la no respuesta, para esas pocas representaciones no espero extrañas premoniciones, todo lo contrario saber su composición exacta y empezar su siembra.)
Del luchador desorientado
Su estado: sin causa conocida,
Su lugar: una habitación oscura con esa rendija de luz tenue que le despierta a ese día,
que se mira desnudo en posición fetal…
y se pregunta, si esto es lo real, se restrega los párpados, se ausculta algún orificio, y a lo lejos escucha una dulce melodía... sin distinguir la vocal que prevalace.
la imagen fluye como las olas, la melodia la enreda mágicamente; es un día lluvioso, en un cielo gris, ilegible, ansioso...
Y otra vez él, parado, desnudo, de espaldas al gallinero, ve pasar los días.
Y una noche cualquiera, en lo alto de la vida, cuerpo y alma son el protagonista; su sola muerte la proposición.