jueves, 5 de noviembre de 2009

Del infinito hasta Lavapiés

Despojarse una mañana de toda su armadura y acaso quedes en ropa interior, también arrancarla.
Desnudos todos somos extranjeros.
Levantarse muy temprano sombrear tus ojos, pintar tus labios, disfrazarte como quieras.
Arropados seguimos siendo extranjeros.
Y luego por la tarde tomarte un té con los marroquíes, comprar un kebap donde el pakistaní, ocho gramos de hachís con el senegales.
Sin banderas todos tendrían nombres,
pero igual seriamos extranjeros.

Vagas por el mundo revuelto, no importa si es en primera clase, con un tiquete de low cost o en una patera africana.
Fotografías al pie de una laguna lunar, de un volcán circular, de una nave nodriza o abrazando a un alienijena. Viajas donde los turcos, donde chilenos y mauritanos, palestinos y , viajas sin cesar con tu tarjeta de crédito, viajes sin importar lo que buscas porque al regreso lo encontrarás en el trastero de casa, viajas simplemente por divagar.
y te asombras,
y te aflijes,
reconoces lo poco que es tuyo y lo tanto que jamás entenderas,
hasta que te cansas,
regresas al patio de tu casa,
te instalas y pronto tienes un jardín y el tiempo pasa...
Entonces como ayer te sientes inmensamente extranjero.

...Insisto desnudos todos, somos aún más extranjeros.