martes, 6 de marzo de 2007

Extramuros

Hay locuras que vienen sin ti.
Cuando lo supe, aquella melodía rasgaba esta nostalgia, dibujando un pasado inmensamente extraño, un pasado que quizás no existió, como esa canción que causa lo que siento, cuando tú, quizás aun no habías nacido o ya habías muerto.
Y así ando por calles oblicuas, lento y discreto con el tiempo que me lleva mucho por delante, no hay enojo, ni vanguardia que repare mi descuido, nunca estuvimos en sintonía y no vale esfuerzo alguno, llevo una vida de retraso.
En ese andar distraido, que matiza aquellos pasos con instantes de aquella canción extraña, me di cuenta que la locura en estos tiempos, viene sin ti; es algo así como coleccionar las figuritas de un álbum y no tener las vigas; es ser el trapecista con las condiciones para dar un gran espectáculo, el giro de tú vida, para no ser considerado en ninguna función. Sin embargo esa melodía extraña, supera a toda intención de comportamiento normal, no es necesario gritar en medio de una procesión o correr sin rumbo a media noche, desnudo; tan solo es fijar una mirada, pegada, ahí en los extramuros de lo desconocido.
Profesionalmente hay un diagnostico al respecto, secreción excesiva de una hormona llamada magitonina, que en invierno de luna cuarta menguante causa un efecto disociador en el elemento realidad e imaginación que produce el llamado síndrome de locura sin ti. Lo cierto es que en ese pensar vago, ocioso y haragán, sobre la biología de la sensación, se le resta importancia a "trapecista en condiciones" , a "vigas en búsqueda" o a "canción extraña", nada externo importa, ni la química de dos, ni la naranja media; para la magitonina solo interesa el efecto y a eso se le llama locura sin ti.
Y así ando zigzagueante con un nuevo código de barras y de muletilla la canción extraña, que se trasmiten en diferido o en profecía, nada se da como cierto a pesar que se rinda cuenta a un pasado que no empiezo por comprender y a un futuro que termino por recordar, solo se que esa noche de regreso de aquel lugar, me senté al frente tuyo y de la misma forma que nos miramos, aquella canción se dejaba asomar y así aprendí a decir verdades o a saberlas mentir.