viernes, 18 de mayo de 2007

Ciudad nostalgia

I

Algunas veces me cuesta entender, que la sucesión de días no solo es una melodía profundamente triste, donde veo, esa misma sombra en lo alto de la noche, mezclada con aquel viento que escapó de algún lugar endemoniado, tan entrañable que vés como siempre verás a esos días: triste melodía, sombras de eterno proyecto y aquel viento que trae ese aroma de un limbo sin pertenencia de tiempo.



II

Cuando iba en busca de Octavio, imaginé encontrarlo recostado en una acera, al pie de cualquier bar de nombre Biblioteca u Oficina o cuanto menos Tertulia o Chiringuito; lo encontré en uno de nombre La Escaramuza, cuando lo vi allí medio recostado, me juré que sería el final de su mierda de vida, intentaría saber más de un ser en llamas, sólo así sabría la verdad de esos viernes de cinco de la madrugada, sin conciencia, sin sueños, embadurnado en alcohol.

Ahí estaba, en posición incomoda de difícil respiración, con un hilo de saliva que une su mentón a ese asfalto donde las caídas no tienen piedad; yo al frente de la acera caminando hacia él, pensando en esa irremediable tristeza de morir regado en el asfalto...

Aún alcanzo a ver a Octavio, pero cada vez la imagen es más borrosa, hay mucha personas a mi alrededor, entre la deseperación me siento extraño, ya ni me siento.



III
Hace muchos años que vivo en París, me enamoré cuando era adolescente y desde la rendija de un portón, que unía al despacho de don Montiel, lograba oír más que ver, un reportaje de Tv. Chile, podría jurar que era Tv. Chile, la voz de aquel periodista era inconfundible a mi trabajado oído, que solo iba detrás de puertas, portones y hasta de paredes; recuerdo que en aquel reportaje se le otorgaba un gran premio a un tal gran Neruda, lo de gran lo supe por la fiesta que se hizo aquel día y porque la palabra "gran" no paro de ser repetida toda esa noche. El gran premio y el gran Neruda, fue sorprendido con dicha noticia en el mismo París; yo me enteré después de la importancia de Neruda, para orgullo de los que sólo sabían leer y eso si le agradezco a don Rigoberto Montiel, que me dejo asistir a la escuela, hasta me aprendí algunos poemas, lo hice también en homenaje a mi primer encuentro con París; si no fuese por el gran Neruda, muy tarde hubiese sabido de París, y ya ven que el tiempo es corto, como la vida abrupta. Entonces un mes y día exacto de mi memoria, partí hacia Europa, Francia, París, Clichi Sous Bois; unos meses después que María Eugenia Montiel partiera con mismo rumbo; yo la quise de siempre.
Nunca supe de ella, a pesar que me perdí por un sinfín de callejuelas, imaginando el encuentro, hasta sabía donde llevarla después de ese abrazo que nunca le dí...
Hoy es un día especial por eso recuerdo todo esto, hoy visitaré por primera vez el museo del Louvre, dicen que es el museo más importante del mundo, son tantos años en París y por fin podré estar allí.