martes, 8 de mayo de 2007

Yo(n), el inmigrante

Yo( n), el inmigrante, podría ser el eufemesimo que haga alución a mis días en Madrid, sin embargo seguiré esquivando la autobiografía, por muchas razones, que las dejo a todo intimismo de autor, por ser su legitima defensa ante esa personalidad incomprendida...
Sin entrar en contradicción, su importancia para el texto en concreto lo amerita, así es que me encargaré de poner al descubierto dicha razón, lo cual no le quita ser una razón ramplona a todas luces, y siento decirlo pero aquella intención de hacer un escrito anónimo palabras a linea, lineas a párrafo hasta el punto final, termina siendo un homónimo.
Antes él, ahora la mitad, la parte inventada o la negación de él, son lo más cercano a su actual identidad. Siempre tuvo cualidades para ser algo más que una duda, algo más que una indecisión casi llegando a su última tristeza, es decir tenía las condiciones para que estas identidades por fin se dieran en el plano de lo común, del corriente día en que eres el personaje de esas novelas o en el autor vagabundo de una novela que algún día se escribirá, tus interlocutores cada vez menos inverosímiles y tus posturas cada ves mas verosímiles, y sabe dios quien sabrá el limite a esa parte inventada...
Otro día hablando con papi y mami, los cuales lejos de escuchar los gritos desesperados de tú aparato digestivo, debido a las combinaciones culinarias infinitamente diarreicas y pujantemente estreñidas, son entretenidos inflándoles el pecho... te quieren, good bye, gracias por no preguntar cuantas veces saltó las vallas del metro.
Unas semanas después eres el funcionario de una entidad no gubernamental, presumes de tú única camisa lacost pretendiendo que esa lagartija sea el logotipo de tú indestructibilidad; donde hablas de la hambruna en Africa y de promocionar una página web donde por cada clik donas un grano de arroz extra superior, hasta que te proponen conversar de la educación latinoamericana en un café de nombre Starbucks, solo de esa manera se pone en funcionamiento tú sentido común y lo mejor es no Star, piensas entonces con la realidad de tus días, piensas en cuantos clik serian necesarios para tener el mes resuelto de arroz y así con tu veintiÚNICO euro vas en busca de mejor suerte, inventando una cita en el boulevard del olvido.
La mejor formula: una elocuente mentira; el bienestar fingido para las llamadas de larga distancia y una verdadera razón, que éste post no sea publicado.
El imaginario inmigrante, héroe en los andes, viento en el llano; la onomatopeya más parecida al grito humano.