sábado, 16 de junio de 2007

Algo más...

Fueron atardeceres, sentado ahí quieto, dejando caer las horas, sacudiendo los manzanos que son noches; recogiendo una oscuridad que de tanto caer abrumaba.
Sólo allí, abrumado, emprendía el regreso, casi siempre coincidente con aquel pasaje que indicaba mi sendero, ese pasaje que es alba, y que siempre llegó entre lágrimas que para muchos bebía de la inutilidad más perfecta de ser y creer... algo más.
Muchas temporadas de quietud que al pasar las horas, días y años se convertían en un tímido actuar, en una compulsiva acción, en movimiento puro y brusco, de ese que provoca reacción, de ese que no es otra cosa que esperanza, esperanza que bebe de la misma inutilidad de aquellas lágrimas, que alguna vez creyeron ser algo más... que una última acción, fundida en lo alto de la noche con la magia de lo incognosible.
Otro día corriendo detrás de ti, con algo más que una puta esperanza, contigo tomándote por la cintura, trazando un camino que son huellas, que incitan a perderse en orillas de algún océano, que no es sino yo y al frente... tú inmensidad.
En otro espacio después en un tiempo del que ya perdí cuenta; cuando ya no sólo me dedicaba a buscar el ritmo de los atardeceres y el retumbar de oscuridades; cuando me ocupaba en encontrar una muerte exacta, la única acción útil, mi granito de esa arena que recorrimos y ahora que sabiendo que no estas aquí; solo ahora pude encontrar lo que nunca estuve buscando.
En este lado mi último suspiro...
ahora del otro...
tú.