viernes, 29 de junio de 2007

Descomponiendo

Permaneció recostado en aquel llano, disfrutando del viento y su aroma a ciprés, que serán por siempre la mezcla de un bosque lejano.
Cuantas veces te preguntaste que hay detrás de aquel viento que es aire, de aquel oxígeno y el 78% de nitrógeno, que hay detrás del 0,01 % de criptón u ozono...
Detrás, existes tú y la resta exacta de lo que aún queda por vivir.
No es ningún misterio, no necesitas de esa linda gitana, con manto blanco que envuelven sus cabellos, para saber que ante todo y de nada... no hay misterio.
Lo recuerdo como si fuera ayer, siempre recuerdo como ayer; empecé a estudiar un doctorado por resolver una vida inmediata, frustrando una deportación rodeada de gendarmes que aguardan regalar esa humillación milenaria.
No paso mucho tiempo para descubrir que las teorías no están escritas en las paredes, en esas paredes que con el tiempo van quitando espacio, hasta convertirse en la medida exacta a tus miedos; recuerdo que la tesis iba de aquella descomposición de nitroglicerina a partir de electrones libres; estaba apunto de ser terminada, pero un día antes de poder decir que estaba apunto de ser terminada, un viento helado hirió esa alma, sin explicaciones, salía la noche siguiente con la certeza que estaba apunto de ser terminada.
Antítesis, anti todo lo que te traiga bienestar, anti auto cero kilómetros, anti casa confortable, anti mujer amada preparando la cena, anti hijos jugando al ladrón y policía ( en ese orden) anti buscar una vida compleja, por que simplemente es más sencillo de lo que imaginaba.
Esa noche de única certeza, consiguió su plenitud; suelen existir noches de únicas certezas; esa tesis estaba apunto de ser terminada.
Salí rumbo a... Mali, si, lo supe cuando llegue y una viejecilla me dijo en un francés poco inteligible que éste era mi nuevo hogar, a que nuevo hogar se refería, yo le pregunte, me dijo Mali, quizás estuve 234 años en Mali, si 234 años, lo recuerdo con precisión por que cuando desperté una mujer de tez bellamente oscura y de dientes muy blancos me cuidaba, no, no tuve amnesia recordaba toda mi vida anterior, pero ese todo ya no me importaba, ahora solo miraba a ella, compasiva cuidando de mi piel foránea que con el tiempo me enamoraba locamente, hermosa como el matiz de mis noches oscuras enredadas en la magia de mis mejores días, asi fue ella...
La quise tanto que amor completo nunca pude dar o es que lo digo ahora que no esta ella y que incompleto puedo estar. Cuatro hermosos hijos, dientes color luna de esos que nunca pude tener, cuatro hijos y la incapacidad de ser padre, por que la vida es compleja cuando uno no aprendió a amar.
Ella me quiso enseñar un futuro y en lugar de ello le mostré un mar confundido y otra noche como todas aquellas que anunciaron mi partida, fui en busca de un próximo refugio.
Amanecí muerto en la sierra sur del Perú, nadie lo recuerda solo mi madre que lloró por todo ese tiempo dislocado; al otro lado, donde el viento y aroma de los pinos andinos llegan con su último suspiro, en Mali, era un día igual de ordinario Micaela, Amadau, Ignacio y Salif jugaban con el sombrero de su padre, como barcos de papel lanzados en la mar.