domingo, 15 de julio de 2007

La misma noche en que no encontre la dirección que me diste

Ser un inicio, el fin o el medio en estos días es la manera de ESTAR, de conjugar la desilusión, de tomar una coca cola y confirmar la salida. De regreso en viaje subterráneo, entro a un inmenso hormigon donde me esperan cuatro metros cuadrados de inicio-fin y en medio inmensidad. De pronto la noche, cuando ya todos mienten que duermen, me asomo por la única ventana que ha sido la puerta para aprender a volar y ahí como los ojos de un ciego, quieto, enciendo un cigarrillo... y quieto testigo del lento humo que con pereza enreda mis pensamientos me encuentro con el incio, vuelvo al final.

Noches de medio, una y otra vez las agujas del reloj hacen el mismo recorrido, espero por ti muchacha de la habitación de enfrente, mientras tú aguardas que siempre este ahí, entonces contemplo tú eternidad, como tú contemplas con algún séptimo sentido mi lejana presencia desde ese escondido lugar... Hasta que el humo se desliza por tú cuerpo, sientes mi aliento que viaja en el, que recorre tus labios, que estremece tus pechos; hasta que logro seducirte, es entonces que clausuras las ventanas, apagas las persianas y la luz muere.
Solo así consigo despertar hacia un día siguiente para ser el mismo inicio- final y en medio tú.
Solo así y de esta manera me entretengo, la misma noche en que no encontre la dirección que me diste.