sábado, 21 de julio de 2007

De un tiempo a esta parte

Haber, vamos a ver, voy a sentarme, quieto y quitando esa enfermiza predisposición a decir cuestiones indecibles de mala ortografía y con contenido a lo triángulo de las bermudas, igual a la leyenda de los espárragos etéreos. Seamos radicales como los marxistas, como los freudianos, como los que matan un perro para acabar con la rabia; si es tan sencillo... en breves palabras: Estoy viviendo con los huevos en la garganta, debería rezar un padre nuestro cada mañana y lo mismo por la noche, eso si, acompañada de un uffff y la mayor sucesión de "efes"; en lugar de ello, voy en busca de aquellos amigos con mejor posición ante el altar; en espera que les sobre un padre nuestro tan efectivos como los milagros.
De un tiempo a esta parte salgo de una, para en la vuelta de la esquina, empezar con otra y casi siempre con el pie, la mano, el riñón o la mejilla izquierda; obviando los minimalismo que también son de larga data, me refiero a la comida salada, al jugo derramado, al despertador que siempre se queda dormido, al bus que cierra sus puertas en mis narices o a la viejecilla esquizofrénica que me amenaza con su cepillo de dientes; lo que en estos tiempos me sobrepasa, me aplasta, me desfigura y me deja solo, ahí en el antártico con mi aparato reproductor atravesado por la garganta me esta destruyendo.
Sin dudas que esto es más grave que aquella gota de aceite hirviente que se alojara en mi ojo izquierdo por dos días, así de crítica están las cosas, como la crítica que hiciese Jaime Bayly a Cien años de soledad; ha estas alturas de poco sirven los urras que me haga, he hecho un esfuerzo por recordar las 10 normas básicas de aquel libro de Napoleon Hill Mente positiva y he terminado por memorizar 10 acciones negativas para poder recordar las 10 formulas de este Hill, porque si es que tengo que recordar al único Napoleon en este momento no lo puedo ver en otra posición que después de su Waterloo.
Ahora mismo mi respiración se dificulta, me estoy quedando sin frases de consuelo, empiezo a dudar sobre si acaso no hay mal que dure cien años, lo de cuerpo que lo aguante, ha terminado por ser una negación a tan esperanzadora frase, creo que este cuerpo esta genéticamente adaptado para pasar de largo los cien años y no obstante gozar de buena salud para constituirse en patrimonio heredable, que descendencia me espera...
Sin rodeos y al ritmo de Ismael Serrano... De un tiempo a esta parte o ultimamente vivo con los huevos en la garganta y hasta aveces se trasladan a la punta de la lengua.
Como parece no haber salida, no me queda otra cosa que decirte la verdad, si a ti, todo esta exposición de motivos, espero no sea en vano: perdí tus documentos.