jueves, 2 de agosto de 2007

Un eufemismo de hoy de una barbarie de ayer

Como me gustaría trabajar en estos enormes edificios, son tan inteligentes que no me cuesta ningún esfuerzo saber lo que en cierta circunstancia necesito, parece que lo adivinan casi todo, rigurosamente calculado para que sus miembros de oficinas se jacten de pasear por sus pisos y lo tengan todo planeado, falazmente uno presiente la comodidad y más allá de eso, que otra cosa importa...
Todo esto me trae a la memoria anécdotas de mi padre, al referirse a esa construcción antigua donde paso un tercio de sus días, la diferencia es que el hizo todo lo posible para escapar de allí. En la cárcel- me decía mi padre- la arquitectura impera tu vida, mucho más que los guardias que van por los pasillos, es la distribución de espacios la que distribuye tus horas, maniata tus deseos y embalsama tus días; ya quisieran un sin numero de mártires, contar con esa infraestructura, el acceso una escalera descendente que conecta al sótano donde es la ubicación del primer pabellón de reclusos, al estar allí te encuentras con una reja metálica, y aquel vértigo que te acompaña por todo el pasillo que cruzas y te lleva con la segunda reja que desemboca en un patio impuro, si sigues avanzado encontraras el segundo pabellón con las mismas características y ahí a la izquierda esta mi celda cuatro metros de ancho por siete de largo, lo mínimo para seguir respirando ese 40% de aire y el resto CO2 de alcantarilla, al frente un silo compartido, el agua corriente es limitada por lo que siempre encontrarás restos de heses fecales...
Si a eso le agregamos los rígidos horarios, un computador en dos metros cuadrados, aire acondicionado para evitar el recalentamiento de las maquinas, guardianes de cuello y corbata que controlan tus movimientos, una sala de fumadores para relajar tu prisión, un dispensador que te indica que comer y claro un silo con cómodo inodoro que da la apariencia de normalidad.
Hay mucho que grita estar jodido, sin embargo agradecemos al señor por la llegada de aquel trabajo y ya acomodados en el mismo edificio inteligente deberiamos ser felices.