domingo, 1 de abril de 2007

El viento sin marzo

El paisaje, cuando está quieto y sin importar lo extraño que sea, nos corresponde como una propiedad. El viento, sin embargo, nos lo arrebata y no tanto porque nos quite de en medio como porque hace entender incuestionablemente que uno y otro se pertenecen en un cortejo donde la ternura o el maltrato crecen con total independencia de nuestra intervención.
La sorda y obstinada presencia del viento de marzo se fue pero no se llevo la miseria y nuestra cómica ceguera...