jueves, 26 de abril de 2007

derecha + izquierda = Bolaño

Hace algunos días, siendo el 23 de abril la noche de los libros, estuve como antiguo roedor de librerías, ganando un par de autores a mi memoria, perdido en notas bibliográficas, hasta encontrarme con gratas sorpresas y se que fueron verdaderamente gratas, por que lejos de la posesión material, puesto que jamás tuve la mínima intención de comprar un solo ejemplar de tan noble linaje; la gratitud de mi experiencia pasó por algunos rincones un tanto etéreos que gozan de gracia y que hace que me vaya con aquel consuelo de ver a una muchacha guapa que hace mucho tiempo te viene mirando; pero volviendo a uno de aquellos rincones, pequeños intersticios que consuelan tu alma, ese en particular, fue el encuentro de un pequeño texto-discurso de Roberto Bolaño cuando recibiera el Premio Romulo Gallegos, ahí cuando era una hoja y grandes ideas, no ahora cuando después de su muerte todos deciden asistir a su velorio y prenderle velas; pero igual da, le hace provecho a la humanidad encontrarse con Putas Asesinas, lo cierto o a lo que voy es que cuando eres alguien con mística puedes escribir con el guiño más exacto y asumiendo que no sabias diferenciar la izquierda de tú derecha; es ahí donde me cuelgo del personaje: Bolaño Roberto; que escribía con la derecha y jugaba al fútbol con la izquierda; sobre todo cuando te gusta escribir y no te cansas de respirar fútbol asi sea en años pasados; entonces concluí el diagnóstico por fuerza de importancia del quinto caso empírico por donde iba mi investigación, el quinto caso se llama Roberto Bolaño, la hipótesis se convertía en una tesis mágico-clínica, ya les dije fue por falacia hominem que concluyo dando fin a esta pesquisa.
Por extrañas formas y sucesivas complicaciones uno se persigna para identificar su derecha o por los campos del fútbol, uno no entiende cual es su posición cuando el director técnico te dice que eres puntero derecho y entras al campo y te posicionas de lado izquierdo; más de una vez no supe de que lado soñar, aveces fue de mercader otras de eterno pensador. Hasta que una tarde, ya adulto dando un paseo de fin de semana a comienzos de la misma y antes de entrar a uno de esos palace concert que no parecen librerías, no dejas de pensar en tu último discurso tan socialista y fascista que dieras a aquella muchacha que seduciste; causa de una noche de sexo, efecto de hacerte la señal de la cruz para ubicar tú maldita derecha.