lunes, 15 de enero de 2007

Dejarse NO vivir

Hace mucho que no la visitaba, es cierto que tan solo un par de veces intercambie sus historias por una sonrisa afectuosa. Mientras me dirigía a su departamento recordaba su mirada brillante, tan encendida cuando hablaba de sus lejanos días de adolescente internada, de revolución '69, de su marido y de la foto que mostraba a una Madeleine a lado de la Iglesia de Saint-GermainAuxerrois o no sé si a una Iglesia a lado de Madelaine; era casi una postal sino fuese porque nunca le envió a nadie.
Ya me encontraba al frente del edificio a dos minutos de subir las escaleras y encontrarme con ella y su silla de ruedas, activando un mecanismo tan Esclerosis Lateral Amiotrófica, que permita invitar al interior a sus visitas. Dos minutos son suficientes para morir, así como dos meses cuando una enfermedad terminal contaba cada vez menos semanas, días u horas finalmente ella parecía ser lógica consigo misma.
Yo termine leyendo una hoja de periódico, confundiendo el haberla conocido, enterándome de su reciente muerte, no sé quien es Madelaine exactamente, tampoco me interesa saber si fue una "buena" persona, pero creo que no se le olvido nada.
"...La carta al juez, los papeles, está todo- dijo sonriente.
Madeleine se levanta trabajosamente de la silla de ruedas, y, al abrir la cama, la estira con sus manos vencidas. Nunca pudo soportar las arrugas en las sábanas pero nunca se imagino no poderlas estirar. Se quita las gafas y se atusa el pelo canoso o no sé si hace todo lo contrario, para después tumbarse. "Estoy feliz, y contenta de tenerles aquí", sonríe. El primero en abrazarla es Jorge, un voluntario de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) el cual dice: "Madeleine, se muere como se vive". Luego la besa Leonor, la otra voluntaria. Se sienta en la cama y la mira, los ojos demasiado brillantes.
La mujer se echa boca arriba: "Huy, estoy en una nube... pero contenta... de verdad. Me voy a dejar ir despacito..."
-Como una verdadera señora- le contesta Jorge, a los pies.
-Estoy muy bien...fui feliz que más da.
Levanta un momento las manos sobre la cara y las deja caer sobre el embozo. Comienza a roncar suavemente.
-Buen viaje, Madeleine. Vete en paz."