sábado, 6 de enero de 2007

Purita nostalgia

Lo que sigue es un recorrido por mi ausente dos mil seis, dentro de sus fertiles tierras y cumbres nevadas, sin ninguna de mis partes como protagonista de las arrimadas matutinas con el ya mítico al fondo hay sitio; sin mis ojos chinitos que se detengan a leer titulares explosivos, dignos de una sociedad tan jet set; sin mi luca ni china para la chanchita, del respectivo sabor cubano, ron ron... neando marcas porno como Triple X o alucinando con un Punto G, tanta nostalgia por grandes jornadas, de la misma nostalgia por asombrarse de como esa cholada logra beber en vaso descartable alcohol metílico agg; de como existe gente tan chusca que solo sube a las combis a puntear a cholas power doble agg y que asco o agco de los pasquines chicha, reflejo de una sociedad enferma y todo esto culpa de los cholos de mierda. Toda contradicción, todos super chicha y nadie lo cree, toda combinación, todos siempre más que el vecino y solo tú lo sabes, toda parafernalia entretenida. Y todo esto es purita nostalgia se los juro por Sarita Colonia.
Y de otras maneras, me quede sin testimonio in situ de un dos mil seis, sin el que no pasaré mi examen de peruanidad y ni los dieciséis tomos de la Historia de la República del Perú de Basadre podrán salvarme y es que sin ese cachito de patria, la compresión de mi país será incomprendida, pero no me tengan pena por ello, puesto que cholo soy y no me compadescan...
Ni mis primeros días me alcanzaron para ver el mundo Disney, con la niña sirena que todos los medios abarrotaron, tampoco me alcanzo para ver el mundo Hollywood con un Titanic oliendo a pescado frente al Callao, partido en dos y hundiendose con Leonardo del Carpio incluido. Dos elecciones y mi deber ciudadano blandiendo con mi descontento social, seguro que generalizado en las mayorías, pero emboscados por un Capitán Carlos, mientras la juventud, aquella con examen de peruanidad reprobado, al no darse por enterada de las colas paneras, arroceras y demás especies alimenticias, se entretenía con el APRA meneando la cintura; me he perdido de tanto que mi DNI se siente defraudado al no verse con tantos hologramas que a falta de coherencia le den un color tornasol que intimide, de la calidad participativa que existe en el país. Tanta tristeza de no poder ver una Laura pudriendose entre rejas y entregando mejores programas que los pasados, sin alegrías de ver a la Señito en su enésimo ensayo de marcha nupcial y que decir de pibe Maradona probando nuestra famosa coca en pleno Estadio Nacional o al gran Tenzin Gyatso, el Dalai Lama fungiendo de Benedicto XVI en los Andes; me quede sin huelgas del SUTEP, me quede sin aquel Vocal y sus chifles, sin conocer a mi alcalde de cuyo nombre no me acuerdo, de nuestro caballo loco que metió las cuatro con su nuevo potrillo, me quede sin la bronca de ver a un Alianza campeón. Entre tanta ausencia de sentimientos encontrados, me quede sin ese cachito de peruanidad que se llevo un dos mil seis, del treinta y uno a media noche.