miércoles, 21 de febrero de 2007

La clase modelo

Una larga discusión, sobre aspectos trascendentes a nuestro encaramiento con la realidad contemporánea, sobreponían posturas tras otras. Aquel lúcido catedrático hacia gala de su vieja estirpe taurina, evadiendo las embestidas furibundas de un Carlos H. que prometía, por la elocuencia en sus palabras, de una María J. que hacía lo propio, midiendo con agudeza el preciso instante en que ha de clavar las banderillas; del otro lado sentado y con aquel halo que delata rendición ante la vida, se encontraba Humberto C. que prefería divagar sobre la trascendecia del "no deber ser" ni gris y peor blancos y/o negros, simplemente no debe ser ni relativismo mínimo o cuanto sea universal; en parecida postura se encontraba Juana M. tratando de imaginar aquel bulto en medio de los pantalones de su compañero Gonzales Rodriguez.
La tensión de aquella discusión tomaba ribetes de tarde taurina y al ritmo de ole... ole, el catedrático alimentaba su narcisismo, no faltaba Rojas Garcia que con anuencia servil ofrecía su pleitesía y con sonrisa lobesna se le ofrecía al catedrático.
La escena se repetía, el catedrático regurgitaba en esa clase modelo, Humberto contradecía a Carlos; Maria ridiculizaba a Juana y así sucesivamente sin tomar encuenta los minutos, los días para siempre al final retirarse el catedrático del aula con orgullo y soberbia llena en los bolsillos.
En éste mismo instante parecía que un Gonzales Rodriguez o Rojas Garcia, debieran intervenir y decir esta boca es mía, pero tan solo eran formas distintas, en el fondo eran lo mismo.
Aún así teníamos esperanza de un tercer alumno que ingrese en aquella aula y subvirtiera lo dicho, acabando de una buena vez con la fábula.
Nada de ello paso, algún tiempo después, un acto protocolar hizo de intermediario, de conspirador conspicuo que de gracia a este escrito.
El catedrático anunciaba
Dr. Carlos Humberto Gonzales Rodriguez
Dra. María Juana Rojas Garcia
etc
Felicitaciones y unas palmaditas en el hombro.