martes, 13 de febrero de 2007

Pensando en tonto

Como diferenciar a un TONTO de un obstinado y terco individuo, yo daría una descripción sencilla que es probable, no tenga utilidad en un diagnóstico general. Empezaría por sus cabellos oscuros, negros como la noche, con antenas ensortijadas que salen de su cerebro, gafas setenteras, zapatillas siempre sucias y con nombre y apellido exacto.
Pero estoy seguro que no bastaría, es tan miserablemente tonto que ni después de tanta individualización, se de por aludido; detrás de un tonto existe una especie en extinción, es bueno aclarar que hay tontos después están los demás.
El tonto establece una naturaleza extraña, que a la fuerza, se hará temer porque incluso en el supuesto de que se le rechace, no se desarticula y ataca sino al contrario se muestra amable y entretenido. Algunos dirán que es tan tonto que ni se da por enterado, de ahí que haya imbéciles que lo confundan con tarado.
Por ejemplo en un examen que se le desapruebe nunca se corrige o aunque se le condene nunca se inculpa.
El tonto es un juego peligroso. Nos derrota mediante un poder que no permite flaquezas por lado alguno.
Mazacote, absoluto, poseído de sí, ingenuo y perspicaz, no hay quien logre arrancar alguna de sus placas. La muerte tan sólo logra partirlo en dos mitades una mas tonta que la tontería ; en cuyo diseño se muestra como aquella tontería se afianza y eterniza.