jueves, 28 de diciembre de 2006

Close ( un relato del autor ) *

Ocho y un cuarto; un día por demás furtivo, entro en mi habitación encendiendo un cigarrillo, al ritmo que pateo la puerta, después hojeo aquel libro de Asimov intentando aquella inspiración exacta, que me ayude a imaginar, teorías en las que el tiempo queda atrapado en lugares inhóspitos, en la brevedad de algunos aleteos, en sombras de eterno proyecto. Me detengo frente al espejo y en aquella mirada esquiva, que en ese mismo instante se desprendía de mi conciencia, callo!.
Un hilo de espacio la conectaba al closet. Mirada que fue en busca de rincones nocturnos, de enredos en aromas putrefactos y apolillados, comienza su recorrido, escalando sacones, ahondando en bolsillos de empaquetaduras, papeles, una dirección, la presentación de un libro y su ingreso libre, desde ese momento supo que iba en busca de algo, de algo que guarde el desacomodo de un objeto o de aquel mismo sujeto, tan quieto, imagen refleja que no terminaba por reconocerla. Dentro del closet una lejana historia parecía irrumpir, era como cabalgar en un distante desierto, ahuyentado por aquella parte oscura de la soledad, ahora eran mil confusiones y más papeles tipografiados, topándose con heridas sangrantes y deshabitadas tristezas, no se detuvo ni un instante, no lo hizo por que había que desatar nudos, promover choques ocultos de protones y neuronas, buscar todo encontrar nada, aburrirse del tedio, enterrarse en la insania, hasta que todo parezca o disimule llegar a un fin, ya descansado y fatigado de trepar muertos embalsamados, recuerdos en forma de maletas, pañuelos rígidos por mocos; Solo entonces buscó la salida desembocando en un silencio lleno de agudeza; y ahí , el mismo muchacho mirándose al espejo.
Inmediatamente logre dislocarme de ese extraño encuentro, volteando, luego caminando de un extremo al otro de la habitación, al tiempo que extrañamente recordaba aquella dirección escrita al reverso de un volante que invitaba a la presentación de un libro; enseguida abrí el closet y tome un sacon, lo desempolve lentamente, con mucho cuidado puesto que apreciaba cada fibra de aquel tejido, hacia tiempo que no lo usaba, como hacia tiempo que no me invadía un extraño deseo, que de seguro tenia aroma a un nombre propio o aun lugar extraño, levante los ojos para salir del estado en que trascendía y salí de casa, bajo la luz tenue de los faroles comencé a caminar, conforme avanzaba, la luz era más clara, de pronto a mi costado, había muchos autos que iban y venían velozmente además de un enorme bullicio, que me impulso a correr un largo trecho; de improviso me detuve y voltee a lado izquierdo una callejuela en serpentín, que con mucho misterio me invitaba a recorrerla, me introduje lentamente en su espacio, lugar perfecto, podía escuchar el encuentro de las olas, también oler a frescura, sabia que a lo lejos me esperaba el mar y su inmensidad, seguro que encontraría un malecón rodeado de enormes edificios, la mayoría deshabitados, sin esa luz podía ver mejor a las Tres Marías, Antares y la Cruz del Sur, después pensaría un poco, todos los pensamientos para imaginar el mejor reencuentro, todo el tiempo para escribir su nombre en esa playa desolada, seguro que olvidaría aquella dirección que guardaba en la memoria, y que gracias a ésta había salido de casa para empezar a sumergirme en la extrañes de mi nostalgia. Pensaba que esa dirección de ahora en adelante seria una cábala que me llevaría a un encuentro que no lograba conciliar, por otra parte seria también una opción, después de todo allí vivía una muchacha muy linda e interesante, podía buscarla para esas noches solitarias en que los recuerdo son migrañas, después pensaba que en esa suma de instantes, lo que menos quería era toparme con gente que me saque de mi desarreglo y así como la noche avanzaba al Este, Yo lo hacia a las entrañas de un océano despierto. Entonces sentí humedecer mis pies sus medias y zapatos esto oscuramente me llevó a recordar la tarde en que camine por los acantilados tomado de su letal mano, que en un primer momento me hacia preveer de una temporada baja, donde el pueblo luce deshabitado y las mansiones a un lado solo muestran sus costras de salitre, mientras que por debajo mío, las peñas y rocas subrayaban con las olas el rugiente vacío marino. Pero aquella vez, ella me dejaba contemplar la costa en conjunto, planteándome lo absoluto como una sorprendente conjunción de elementos disímiles, un espacio tan propicio como sobredeterminado para la ocasión, un estereotipo tan certero para lo previsible; aun así no puso énfasis en su especial acometido; lo mas cercano fue llegar a tres pulgadas del vació. Esta noche era distinto, podía sentir sutilmente como asumía aquel atardecer en el acantilado o aquel otro cuando era niño y en una soleada mañana mi padre me llevaba en brazos rumbo a llenar mis pulmones de mar salado lleno de lagrimas que solo eran un poco de agua haciéndose indistinguibles de la otra; ahora más bien era un impulso animal que por momentos me hacia reparar en mis ropas completamente empapadas no podia negarlo era claro, ayer amanecía inconscientemente al estupor de un océano implacable, mas tarde lo hacia prudentemente y hoy. Hoy desperté para una playa, recostado con los ojos abiertos lívido o violáceo como un testigo afirmaba, el cual tomo mi mano empuñada, encontrando por fin una dirección exacta.
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(* éste breve relato distrajo los escritos de puesta en común en este cuaderno, solo estará un día en las 3w, porque no será su ultima versión, disfrutenlo.)