domingo, 31 de diciembre de 2006

Un moribundo 2006

La vida es eterna en muchos minutos, canta algún intérprete desconocido, seguro algo bueno le fue a pasar.
Eterna. Si es que pueden prolongarse tanto que valdría la pena susodicha alegría, es algo imposible porque después y sin palabras bonitas logra ser una completa mierda... o una vida en la eternidad desconocida, amén.
Lo cierto o incierto, es que estamos viviendo, sin o con palabras bonitas. Todo al margen resulta más interesante que formando tú parte. (que enredo me explico fatal, aunque de eso trata este año).

Es el puto 31 que intimida a los 364 días de mi calendario. Son los más de un día, del 2007 los que interceden mi decir nada.
No será un mal domingo para gritarle lo aburrido que suele ser, pero es difícil pensar un domingo sin él, Domingo sin éste domingo, es como palabras sin ti o la inexistencia de sal en tú comida.
Sin embargo y punto aparte, las noches son interesantes, más ese séptimo día que aguarda algo predecible o polvo de nada con escarpines.
Y una vez menos, con embargo o sin él, tú margen no me dice mucho, predica mi orden, mis líneas un cambio de renglón y alguna tilde que jamás veré.
Y ahora y nunca después, de muchos minutos y vida eterna, los 104 segundos son pequeños y el séptimo día sigue escribiendo, por esa sonrisa estrecha que es eterna durante esa canción pero solo me resta minutos.
Nos y ustedes dejamos las incoherencias y decimos algo más...
De la salida de un 2006 que sin hacer tanto jode.
Y el entrar del 2007 que dicta, sin saber nuevos modales.