jueves, 14 de diciembre de 2006

Involución y algo más

Es considerablemente claro saber que pertenecemos a una única especie, el Homo sapiens sapiens, tema distinto es saber el porque ha sido elevado al cuadrado y en flagrante contradicción, llegar a cualquiera de sus formas degenerativas desde un irrazonable Homofóbico hasta un razonable Homo brutus, ignorantis, interruptus. Sin embargo en ese añorante cuaternario, eran todos igualitos, no existía mayor complicación, que el devastador frió del Pleistoceno, hasta es posible que muchos de sus mochileros prehistóricos se hayan cruzado en la ruta, y un evolucionado Cromagnon haya recibido consejos de un Neanderthal inferior pero más ubicado.
Algunas glaciaciones después, llegan sujetos más problemáticos ADN, raza y sus “ismos”, además de tantos otros, ya nada sería igual. Sin embargo nunca le di un crédito absoluto a ese infinito menú genético, es verdad que uno se trata de sentir único, y en el plano real lo sea, de tanto repetirte en todos, llegas asumiendo eso de sentirte único, lo cierto es que siempre se me removió el estómago cuando tenia que reconocerme como único responsable en cualquier fechoría estudiantil, en esos casos uno la pasa mejor de a dos; entonces te viene otras ideas, y te preguntas como sería si te repitieses. Saber que puede existir otra persona igual a ti, nos puede entristecer o hasta nos de envidia, pero de solo imaginarlo suena divertido. En ese instante llega el aguafiestas ADN, a decirnos que eso, es imposible.
Nos queda el premio consuelo a la imaginación: la realidad, que nos dice que podemos parecernos a mucha gente, en situaciones, en sueños, en miedos y demás complicaciones, y yo pregunto por qué no puede ser más que eso, total venimos de un mismo insignificante microorganismo, ahora que éste se haya querido complicar en el devenir del camino, no resta que poseamos algo de esa insignificancia.
Y así uno va frecuentando algún lugar fuera de su hábitat y reconoce a mucha gente a su alrededor, no fisonómicamente, sino por un conjunto de rasgos que lo convierten en un lejano amigo y es que veo entrañables amigos en la cara de otros desconocidos, hasta a veces me veo a mi mismo, es por eso que pienso que existe un conjunto de rasgos que con la habitualidad lo transforman en el CASI buen Manolete, más, o menos feo da lo mismo, pero un movimiento de cejas combinado con una reacción peculiar y esa risa atípica te dicen que ahí esta el buen Manolete y uno que no se había dado cuenta, en seguida va a enmendar tamaño descuido, en acto de excesiva confianza no solo se acerca, le hace dar un brusco giro a un enojado Manolete y después ese CASI te quita las ganas de confundir a la gente.