miércoles, 27 de diciembre de 2006

(You tube) un cerdo llamado Festín

A pesar de ser una habitación muy pequeña, yo vivía con aquel cerdo del mismo nombre, teníamos espacio para sus cochinadas, como para mis cuentos de hadas, era un cerdo muy fino de esos de cuna de oro, misma publicidad de "San Fernando". Lo sacaba a dar un paseo con poca frecuencia, en los primeros años de convivencia, el cabo de un tiempo nuestro humor dependía de ambos y después se convirtió en un entrañable, sobre todo cuando la vida me savia tan asquerosa, esos días nos dábamos una vuelta por bares inmundos hasta salir completamente ebrios; otras veces lo dejaba haciendo el sexo de los siameses, acompañado de un buen culo como él bien decía.
Fue un gran cerdo, tan fino como, un jamón ibérico de bellota incluyendo la denominación de Origen que tantas le dieron. Y yo, me estoy viendo ahora, cuando me presentaba con un lazo alrededor suyo tan rojo, como vistoso era el cerdo, tocando puertas con monedas, pulsando timbres tan din - don que terminaban extrañando al cerdo y al mes siguiente extrañándome a mi. Como aquella vez, en esa cena de despedida tan doblemente din - don, que llevar al cerdo era como llevarlo a un matadero de un domingo adobero; pero siempre hubo prudencia, de ésa que te hacen apreciar a los amigos, en dicha cena y mi pronta partida a Brasil, se celebraba la convergencia de más razones para echarse al olvido, así es que fui en busca del cerdo, puesto que siempre pensé que él se merecía eso y más comida, bebida y placeres de cerdo. Lo presenté ante un público de esos que se ponen la servilleta en la pierna, la primera impresión siempre fue la de asombro, pero enseguida busque pasar desapercibido, lo que Festín me agradecía y ya en confianza, al cabo de minutos casi ni lo notaban, son los mejores momentos, por que entre tanto din - don, Don cerdo hizo de las suyas llevándose a la misma dueña del chiquero.
Muchos líos también me ha costado éste puerquito feliz, pero antes de ello valga una aclaración, éste cerdo es el verdadero puerquito feliz, no sé confunda ni al cerdo, ni a la felicidad con esa barata película de "Baby, el estúpido puerquito feliz" éste cerdo se sentiría enormemente ofendido pero sobre todo avergonzado con versión tan Cisne, del lago de Ttschikowsky, es que éste cerdo es una chanchada hasta el fin, orgullo de los marranos de fango negro, tan realista como esa frase ... y los chanchos vuelan. Pero sigamos con el desenlance de este pequeño relato, y es que por hablar en pretérito pluscuamperfecto, ya deben estar imaginandolo , es que las chanchadas siempre superaran a las lechoniadas, por eso no tendría que apreciarlo, sino más bien perderlo, sobre todo por que me considero un tipo bastante sensato en flagrante comparación a ese tal Beto, les recuerdo que aún me ruborizo, y así una noche oscura, como solía ser las noches con Festin, noche en que se entumecían mis ojos, lo perdí entre un hospital y la partida de testa de Mario, quede claro, no me dejó por que me canse que me dejen, sino lo perdí por que es mejor perder lo bueno que dejar lo malo o viceversa.